La revolución de la inteligencia artificial no avanza de manera uniforme. En realidad, se está dividiendo en dos grandes caminos: uno físico, dominado por Asia, y otro digital, liderado por Estados Unidos.
Ambos buscan lo mismo —automatizar el trabajo humano—, pero lo hacen desde geografías, culturas y modelos económicos radicalmente distintos.
En 2024, China instaló 295,000 robots industriales, más de la mitad del total global. En solo diez años, su densidad —robots por cada 10,000 trabajadores— saltó de 97 a 470.
Cerca de 93% de la inversión asiática en robótica se concentra dentro de sus fronteras. Con una población que envejece y una base laboral en declive, el país está reemplazando brazos humanos por brazos robóticos. No solo produce robots: está automatizando su economía entera.
Del quirófano al almacén, del ensamblaje a la cirugía, el hardware se ha convertido en una ventaja competitiva central. El resultado: un mercado que hoy ronda los 47 mil millones de dólares y que podría alcanzar los 108 mil millones en 2028. Mientras buena parte de Occidente discute – ineficazmente – la ética de la IA, China la instala en sus fábricas.
Fuente: El Financiero
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