A principios de 2024, un empleado de la empresa británica Arup transfirió 25 millones de dólares tras recibir una videollamada aparentemente rutinaria con miembros de la alta gerencia.
Pero lo que parecía ser una comunicación común de trabajo, resultó ser un sofisticado engaño llevado a cabo con deepfakes, videos manipulados con inteligencia artificial, que imitaban a los directivos de Arup.
Según declaraciones al Foro Económico Mundial de Rob Greig, en ese momento director de información de Arup, lo sucedido se trató más de una “ingeniería social potenciada por la tecnología” que de un ciberataque tradicional.
Asimismo, este caso expuso las vulnerabilidades de las empresas frente a esta tecnología emergente, y reveló el uso creciente de estrategias de manipulación social, potenciada por herramientas de IA, para ejecutar fraudes.
Los deepfakes son videos manipulados que utilizan tecnología de inteligencia artificial para crear una imagen o sonido extremadamente realista de una persona, sin que esa persona haya realizado dicha acción.
Estas herramientas se alimentan de grandes volúmenes de datos visuales y auditivos para replicar los rasgos faciales, voces y gestos de un individuo. Aunque la tecnología puede tener aplicaciones legítimas en el cine, la publicidad o la educación, se está utilizando de manera fraudulenta para engañar a individuos y empresas.
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