La tecnología de reconocimiento facial ha penetrado en casi todos los mercados. Desde cámaras de vigilancia hasta desbloquear funciones en teléfonos inteligentes, esta disciplina de inteligencia artificial se ha convertido en una parte clave de nuestra vida diaria.
Hace unos meses, la startup FDNA creó el algoritmo DeepGestalt para identificar trastornos genéticos a partir de imágenes faciales. Si bien esta tecnología ha demostrado ser ingeniosa, no todos parecen estar de acuerdo con ella. La gente está cuestionando su acceso y colección de bases de datos ilimitadas que conectan nombres y rostros y también lo acusan de invasión de la privacidad. Además, la reciente indignación debido a la despiadada muerte de George Floyd provocó debates sobre el sesgo existente en la tecnología de reconocimiento facial.
Se instalaron numerosas cámaras de vigilancia y sensores en muchas ciudades de todo el mundo para buscar posibles casos positivos, verificar si las personas seguían los protocolos de distanciamiento social y más. Sin embargo, fue un trato fáustico, ya que implicaba el intercambio de privacidad por seguridad y salud. Aunque actualmente parece una acción necesaria, las preguntas son sobre el futuro de estos dispositivos después de que la pandemia se desvanezca.
No se puede descartar la posibilidad de que los órganos gubernamentales utilicen indebidamente las herramientas de reconocimiento facial con fines inhumanos que invocan la libertad. Por ejemplo, es un hecho ampliamente informado que el gobierno chino está aprovechando esta tecnología para apuntar a los musulmanes uigures en la provincia de Xinjiang. Además, el reciente libro blanco sobre la regulación de la IA de la Unión Europea no incluyó ni mencionó ninguna referencia al reconocimiento facial, para sorpresa de la gente.
Por lo tanto, el miedo se perpetúa entre el público en general a ser observado cada vez, sinónimo de la mención de George Orwell de un mundo distópico en su libro «1984», donde el hermano mayor está observando a todos los habitantes todo el tiempo.