Piensa que mientras conduce, el coche sea capaz de capturar información sobre el estado emocional del conductor y todo esto por medio de sensores, cámaras y procesadores de audio integrados que podrían estar integrados en el cinturón de seguridad, el volante y la cabina, los cuales serían capaces de detectar sus ritmos cardíaco y respiratorio, su sudoración y la presión de sus manos e incluso de analizar la voz cuando habla con el navegador automático.
Este tipo de tecnología podrían entregar al sistema inteligentes de nuestro coche información sobre nuestro estado emocional, lo cual podría ser utilizado para efectuar una serie de intervenciones que mejoren nuestra experiencia de conducción y confort.
Y aunque por el momento esto es solo un ejemplo de lo que podría ser el futuro de la tecnología instalada en los autos, este tipo de sistemas podrían estar en nuestro día día por medio de una de las aplicaciones que tendremos en muchos de los dispositivos o máquinas con las que ya interactuamos. A la cual según los dos profesores de Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación Catalunya, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) en Barcelona, España esto se le llama Computación Afectiva (CA).
Esta tecnología es diferente a otras a las cuales hemos visto por que esta se encarga de explorar nuestras emociones y puede llegar a reconocer cómo nos sentimos.
Además de que por el momento aunque solo se tiene el prototipo y la idea en si el mercado ya lo está valorando en 90.000 millones de dólares para el 2024, según un estudio de MarketsandMarkets.
Este nuevo tipo de dispositivo promete, desde cambiar nuestras relaciones con las empresas, haciéndolas más agradables y cálidas, hasta darnos una mejor experiencia de conducción adaptando la temperatura o la música a nuestro estado emocional, pasando por detectar, de forma precoz, problemas psicológicos en sus primeras fases.
La IA en la vida diaria.
Este tipo de sistema que funciona con la IA podría aplicarse para asistir a personas mayores y llegar a detectar precozmente la depresión y la demencia, reducir el estrés, detectar en redes sociales a personas en riesgo de suicidio, ayudar a dejar de fumar, conseguir comer de forma más saludable, o favorecer la expresividad facial, así como ver el tema de la comunicación emocional en los niños con trastorno autista.
Y en el campo de la educación las tecnologías emocionales podrían ayudar a detectar la frustración de un estudiante cuando no comprende algo, además de que podría auxiliar para diseñar técnicas de enseñanza.
«La posibilidad de que un robot o una máquina pudieran desarrollar empatía (capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos) fue una de las razones de que naciera la CA o Inteligencia Artificial Emocional (IAE)», según la profesora Ágata Lapedriza,
Por lo que para que estas máquinas emocionales se hagan realidad sería necesario que estas captaron las señales relacionadas con nuestro estado de ánimo.
«Para conseguirlo pueden usarse cámaras que observen los movimientos faciales o gestos de una persona; sensores que captan señales fisiológicas, como los latidos o la respiración; o micrófonos que analicen los cambios de entonación», apunta esta profesora.
«Esas señales transmiten información que por medio de técnicas de aprendizaje automático (machine learning) y establecen patrones que determinan el estado emocional de una persona», explica Lapedriza.