El elemento que propulsa y encabeza esta revolución civilizacional que hoy experimentamos, es la Inteligencia Artificial (IA).
México, como integrante de la comunidad global, no puede ni debe permanecer al margen del necesario diálogo tecnológico e internacional. Ya toma lugar en otras regiones y que como especie, debemos sostener en torno al tema de las IA’s, para no recurrir al uso indiscriminado de estas herramientas sin ulteriores consideraciones.
Sino, en todo caso, socializar y comprender sus alcances, tanto actuales como potenciales, y, así, diseñar marcos normativos y regulatorios efectivos que permitan su desarrollo y compartido aprovechamiento óptimo, seguro, igualitario, accesible, incluyente y equitativo, por parte de todas las personas.
Tecnología y ciencia
México, con sus talentos y capacidades en tecnología y ciencia, necesita impulsar un desarrollo robusto de las IA’s. Desde la medicina hasta la administración pública, la IA tiene el potencial de revolucionar la manera en que operamos.
Los diagnósticos médicos pueden ser más precisos, la agricultura puede ser más eficiente, la educación más personalizada, y la gestión pública más transparente, eficaz y útil para beneficio de las personas.
Sin embargo, como siempre, el aprovechamiento de todo potencial va acompañado de retos y desafíos. Las posibilidades que brinda la IA para el desarrollo personal y social contrastan con los riesgos asociados a la privacidad, la ética y la seguridad que su uso conlleva. La IA puede significar una revolución en términos de productividad y optimización.