Los gobiernos de América Latina deben regular cuanto antes el uso de la inteligencia artificial (IA), como una forma de impulsar sus beneficios y de frenar los grandes riesgos que podría enfrentar su gente por su uso en actividades poco éticas. Cada vez más personas y empresas están expuestas a perder la privacidad de sus datos, recibir ataques de manipulación digital y reducir sus condiciones laborales, entre otros inconvenientes, por un uso incorrecto de la tecnología.
Esta semana, Colombia, México y Argentina encendieron sus alarmas ante la inminente utilización de técnicas como ‘deep fake’ –que usa IA para ‘imitar’ digitalmente la voz de los candidatos– en la creación de campañas de desprestigio en sus procesos electorales. Un problema que se une al uso generalizado e ilegal de bases de datos de ciudadanos para manipular su opinión, con noticias falsas y contenidos malintencionados.
Las empresas tampoco son ajenas a los retos que plantea esta tecnología. Una vez la IA está completamente calibrada con la infraestructura de una organización, le permite contar con una protección sólida contra ciberataques e impulsar sus ventas rápidamente, por ejemplo. Sin embargo, para llegar a ese punto, la plataforma debe acceder a millones de datos de los usuarios, especialmente durante su entrenamiento, lo que puede resultar invasivo.
Fuente: Carla García, directora de Nuevos Negocios de Zoho