El origen de la inteligencia artificial en los videojuegos ocurre antes de que la propia industria se convirtiera en parte esencial de la cultura popular a nivel mundial. Uno de los precedentes más conocidos del uso de esta tecnología en un juego se remonta a la década de 1950, con títulos de ajedrez informático que se desarrollaron con base en el algoritmo MiniMax. Este software tenía la capacidad de analizar la posición de las piezas en el tablero para elegir la mejor jugada posible. A partir de los años setenta, con los videojuegos revolucionando el mercado y las experiencias de entretenimiento de los usuarios, la IA comenzó a jugar un papel clave en la concepción y desarrollo de los títulos de grandes marcas.
En 1972 Pong, el oponente ya era capaz de moverse con base en el movimiento de la bola que golpeaba el jugador para devolver el impacto, mientras que Space Invaders daba claras señales de cómo evolucionaban los enemigos y eran cada vez más inteligentes, desafiando a los jugadores a los que pasaban horas en el arcade intentando pasar cada uno de los niveles.
Por su parte, en los años ochenta Pac-Man dio un paso más, ya que fue el primer videojuego que contó con un sistema de búsqueda de rutas para enemigos, quienes fueron capaces de descifrar más fácilmente el camino que tomaba el jugador en determinadas circunstancias.
En los mismos años, Donkey Kong se jactaba de cuánto había avanzado la IA, con un nivel de dificultad que empujaba a los jugadores de la época al límite de sus habilidades.
Gran salto
La inteligencia artificial en los videojuegos siguió evolucionando junto con productos que cada vez tenían una base de consumidores más ávida y, por tanto, más exigente. Fue así que se empezaron a explorar nuevas posibilidades y en 1987 el videojuego Golden Axe innovó al permitir que los enemigos corrieran tras el jugador con la intención de atacarlo por la espalda, algo sorprendente si tenemos en cuenta que en ese momento los adversarios no destacaban por su movilidad.
Poco a poco, los grandes desarrolladores comenzaron a explorar terrenos más complejos, y para 2011, los algoritmos de IA generaron misiones simples pero únicas al configurar al azar lugares, enemigos y objetivos en el ARPG, The Elder Scrolls V: Skyrim, tomando así una enorme carga de trabajo de los diseñadores de títulos.
El futuro de la IA en el mundo de los videojuegos es cada vez más decisivo, y ha pasado de aportarles un mayor nivel de realismo, a diseñarlos completamente desde cero.